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Tiempo de lectura: 2 minutos“El chocolate, bebida divina”. Revista National Geographic Historia, Nº 146, 2016: 18-21.
Cuenta un mito azteca que cuando el dios Quetzalcóatl bajó a la tierra para ofrecer la agricultura, las ciencias y las artes a los hombres se casó con una bella princesa de Tula. Para celebrarlo, creó un paraíso donde el algodón nacía de diferentes colores, el agua brotaba cristalina y había todo tipo de piedras preciosas, plantas y árboles, entre los que destacaba el cacahuaquahitl o árbol del cacao. Pero éste era el alimento de los dioses, que quisieron vengarse de Quetzalcóatl por haberlo entregado a los hombres, y asesinaron a su esposa. Desolado, el dios lloró sobre la tierra ensangrentada y allí brotó un árbol con el mejor cacao del mundo, “cuyo fruto era amargo como el sufrimiento, fuerte como la virtud y ligeramente rojo como la sangre de la princesa”.
En realidad, el árbol del cacao es originario de la cuenca amazónica, pero se aclimató en Mesoamérica, la vasta región formada por América central y México. Allí fue domesticado y manipulado hasta lograr una variedad conocida como criolla, de sabor más delicado y menos amargo que el cacao de América del Sur. Los primeros mesoamericanos en usar el cacao fueron los olmecas (1200-400 a.C.), pero no sabemos si consiguieron domesticar la planta, ni si consumían sus granos o si únicamente empleaban la pulpa fermentada para preparar bebidas alcohólicas como se hacía en el Amazonas, donde no se consumían las semillas.