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Tiempo de lectura: 3 minutos“Las epidemias que asolaron el Nuevo Mundo, LAS PLAGAS DE LA CONQUISTA”. Revista National Geographic Historia, Nº 204, 2020.
Para explicar el impacto indiscriminado de la viruela y otras enfermedades infecciosas sobre la población amerindia se ha señalado que ésta no tenía la inmunidad que los europeos y africanos habían adquirido tras convivir durante milenios con los animales domesticados que portaban los gérmenes. En efecto, en la América prehispánica no existía el tipo de ganado y animales domésticos que en Europa actuaban como vectores de transmisión de virus. Además, se ha destacado que la población amerindia, incomunicada de los otros continentes, presentaba una gran uniformidad genética, en contraste con la diversidad que se da en el resto del mundo, lo que facilitó la masiva propagación de los virus, que no tenían que esforzarse en adaptarse a huéspedes diferentes.
En el siglo XVII, los mayas recordaban una época en que “vivían saludables. No había entonces enfermedad; no había dolor de huesos; no había fiebre para ellos, no había viruelas, no había ardor de pecho, no había dolor de vientre, no había consunción. Rectamente erguido iba su cuerpo, entonces”. Según el Libro de Chilam Balam de Chumayel, todo cambió con la llegada de los españoles. Éstos no sólo les impusieron una religión extraña y los cargaron de tributos, sino que les contagiaron enfermedades mortíferas y desconocidas.
Desde luego, no hay que creer que América fuera un paraíso terrenal antes de la llegada de Cristóbal Colón a las Antillas. Los indígenas padecían numerosas enfermedades infecciosas, como el herpes, la hepatitis, la tuberculosis o la salmonela. La historia registra oleadas epidémicas que impactaron duramente en las poblaciones, hasta provocar el declive o el abandono de grandes ciudades (como las mayas de Tikal, Palenque o Copán) o de civilizaciones enteras. Sin embargo, en estos episodios las enfermedades eran un componente más de un proceso que tenía otras causas, políticas, económicas o climáticas. Así, en 1450 una oleada de frío causó en México un «catarro pestilencial» que mató a mucha gente, según Alva Ixtlilxóchitl.